martes, 3 de enero de 2023


 

DE MARA A ELIM

 Te invito a compartir estas reflexiones nacidas de la lectura de un pasaje bíblico: Exodo 15: 22 - 27

 Pongámonos en órbita: el pueblo de Dios acababa de salir de Egipto con mano poderosa. Terminaban de ver la mano de Dios moviéndose a favor de ellos, abriendo el Mar Rojo y sepultando bajo sus aguas a todo el ejército de Faraón.  Comenzaban una corta caminata, cruzando el desierto, y estaban a poco de entrar a poseer la Tierra Prometida.


Sin embargo, tuvieron una necesidad apremiante (agua), y la sufrieron durante tres días. Finalmente, hallaron agua. Finalmente, su necesidad sería satisfecha. O al menos, así lo parecía. Lamentablemente, esas aguas eran amargas, intomables. Y sobreviene la frustración.

Y me pregunto cuántas veces, a pesar de haber visto la mano de Dios obrar poderosamente a mi favor, cuántas veces una necesidad que se presenta en mi vida, me desestabiliza, y se me presenta como un problema irremediable, sin solución, generando frustración, produciendo quejas.

 El pueblo de Dios se quejó.

Moisés, en cambio, clamó a Dios.

La queja es un callejón sin salida.

Pero, al clamar a Dios, Él muestra lo que se debe hacer.

Y al hacer lo que Dios indica, el problema se soluciona, y la necesidad, finalmente, es satisfecha.

 Y no sólo eso, sino que, después de MARA, viene ELIM.

 Mara es desierto. Es lugar de prueba, lugar de amargura y frustración.

Es también el lugar de clamor.

Y es, apenas, una estación. Una parada en el trayecto a la Tierra de la Promesa.

 En nuestro peregrinar cristiano también se nos presenta MARA en más de una oportunidad. La pregunta es: ¿Me quejo, y me estanco en la queja y la amargura? ¿O clamo a Dios, sigo sus indicaciones y veo la transformación de esa circunstancia adversa en una bendición?

Elim es lugar de provisión divina. De refresco, de descanso, de satisfacción de la necesidad.

Es una estación en la que disfruto de la provisión de Dios que trae reposo al alma.

No sé cuales sean tus circunstancias presentes, pero sí sé que en algún momento habrás de llegar a MARA.

Tenlo siempre presente: es apenas una parada. Allí Dios te prueba, para que veas cómo está tu corazón.

No te quejes.

Clama a Dios y deja que Él te muestre la salida.

 Aliéntate. Pronto llegarás a ELIM.

(H.M.G.)

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