¡Oh, Señor!
Los maestros cristianos no hemos tomado en serio nuestro
papel de transmisores de luz en las tinieblas.
Hemos separado el Trabajo del Servicio.
No hemos visto la necesidad de aquellos a quienes pusiste
en nuestras manos y la responsabilidad sobre aquellos ante quienes nos pusiste
como autoridad.
Nos hemos fastidiado, desesperado o hecho caso omiso a la
necesidad que se traduce en tanta violencia y mal comportamiento.
Pero no hemos visto claramente que es tu voluntad que
nuestros alumnos te conozcan.
Que eres la única opción para un cambio de vida.
Te pedimos perdón.
Te pedimos tu mirada para verlos, y tu corazón para
amarlos.
Te pedimos que cada uno de ellos tenga la oportunidad de
conocerte.
Envía, por quienes has de enviar.
Pero úsanos para expresarles tu amor, para tocarlos con Tu
presencia.
Fluye, oh Dios, de cada hijo tuyo, hasta que el caudal del
Espíritu Santo sea un río torrentoso que inunde cada vida, sellándola para la
eternidad.
En el nombre de Jesús. Amén
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