En cuanto al evangelismo del niño hay diferentes posiciones
entre los creyentes. Algunos entienden que el niño ya es salvo, porque Jesús
dijo que “de los tales es el Reino de los cielos” (S. Mateo 19:14). Otros,
opinan que mediante un rito como el bautismo, ya son incorporados al Cuerpo de
Cristo; otros más, consideran que recién cuando sean adultos podrán comprender
las cuestiones relativas a la salvación y recibir a Jesucristo como su
Salvador. Y así, algunos opinan que un niño puede ser salvo la primera vez que
escucha el evangelio, mientras que otros insisten en que el niño debe ser
instruido en
Al presente, si observamos la situación del mundo, y vemos cómo los niños son depositarios de la maldad humana, comprenderemos que no podemos perder tiempo en llevarles a pasar de muerte a vida. Podemos mencionar hogares destruidos, padres abandónicos, sobreprotección, falta de límites, abusos diversos, alcoholismo, drogadependencia, enfermedades sicosomáticas, trastornos siquiátricos, entre otros males que afectan cada vez más temprano a la niñez del siglo XXI. Es hora de hacer prevención. Es hora de, como decía el apóstol Pablo, no andar como necios, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos… entendidos de cual sea la voluntad del Señor… (Efesios 5: 15 – 17) Y con respecto a la voluntad del Padre… basta remitirnos a las palabras de Jesús expresadas en S. Mateo 18:14 “… no es la voluntad del Padre que está en los cielos, que se pierda ni uno de estos pequeñitos”. Expresando la oración en sentido positivo, podemos decir: “Es la voluntad del Padre que está en los cielos, que todos estos pequeñitos sean salvos”. O, como lo expresó también Jesús: “Vayan por todo el mundo, y prediquen el evangelio a toda criatura”. S. Marcos 16:15
En ese “toda criatura” entendemos que se hallan también los
niños. Como una ilustración práctica, podemos pensar en una hermosa planta
artificial, tan bien hecha que hay que mirarla de cerca para reconocerla como
tal. Imaginemos que todos los días la regamos fielmente… ¿Cuánto tiempo
tardaremos en verla crecer?
O, tal vez la pregunta debería ser… ¿la veremos crecer? Porque el factor fundamental para el crecimiento, es la vida. Si no hay vida, no hay crecimiento.
Imagina a tus alumnos en la clase bíblica… Cada semana les llevas lecciones hermosamente preparadas, con desafíos a vivir como cristianos, con enseñanzas para que conozcan a Dios… Pero… Un momento… ¿Están creciendo? ¿Notas avances en su vida espiritual? Tal vez debas contemplar la posibilidad de que muchos de ellos no tengan vida. Porque sin Cristo en el corazón, no hay vida de Dios en el ser humano, en consecuencia, tendremos muchos asistentes a la iglesia con apariencia de cristianos pero muertos en su espíritu.
Como ves, es prioritario asegurarnos de que esta generación llegue a conocer al Señor y Salvador Jesucristo.
Tenemos que considerar que la conversión no se produce ni por palabras humanas convincentes, ni por repetir una oración como un “efecto automático”. La conversión es el resultado de la palabra de Dios obrando en una vida, utilizando muchas veces a otra vida y otras directamente, bajo la convicción de pecado que solo puede impartir el Espíritu Santo.
H.M.G.
(Continuaremos)
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